domingo, 1 de septiembre de 2013

¡Va por vds.! 29-30-31 de agosto y 1 de septiembre: Tríkala (Korinthias)-Barcelona.

Orégano por sacos, té de monte, ropa sucia, aceite por arrobas, electrónica desordenada: cables…cargadores…ladrones…en el último momento desestimé el regalo de un cabritillo, de lo contrario…¡cabritillo!…

Y ¡hala…carretera y manta!
La radio salpica de corcheas disidentes todo el interior…no logro oír ni una frase entera…¡opa!...¡trago de tsípuro… y ¡opa!

A las 9 en punto de la mañana, abandonada con deshonor la inveterada costumbre de cruzar en los vetustos ferris, cruzo el puente de Patras y abandono el Peloponeso… para entrar en la nada desestructurada: Agrinio, Anfilochia, Arta…Joannina y Egnatia Odós. 

                                                                                            
Antes de Salónica giro a la izquierda y tomo la salida (¡autopista?) hacia Skopia (Macedonia). Ni se te ocurra decir que vas a Macedonia… ¡Todos te corregirán airados: ¡Skopia!...Macedonia es griega!
Comida en Evzoni (junto a la frontera): ensalada con feta y “jorta” (en su variedad “Vlita”) especie de espinacas (con mucha más gracia). Limón en abundancia. Vino, café y una (dos) copita de tsípuro (orujo): 10 euros.
Van acudiendo todos los perros de los alrededores, me rodean…al ver que la comida es vegetariana, me desprecian (con tristeza) y se dedican a triturar palos de sublaki.
En la mesa de al lado un nutrido grupo de “pollos” (ya saben vds., infelices que hacen la “mili”) picotean codillos y “mussakas”…para matar el tiempo y, de paso, acortar la suya propia. Los perros se trasladan en manada. Salen oficiales que saludan displicentes al grupo de reclutas y son correspondidos con saludos grasientos y agitación de huesos como de dinosaurio. Es tierra fronteriza…
Me perdonarán vds. la debilidad, pero voy a contarles algo de mi propia “mili”: No la hice.
Tras soportar durante meses, con la esperanza de ser excluido, cristales de cuatro dioptrías, fui descubierto a la primera de cambio y mi estrategia cambió. Conseguí informes de psiquiatras de categoría que ponían de manifiesto mi fondo depresivo y con ellos me presenté el día del llamamiento a filas. Fui enviado al psiquiátrico militar de Manises y allí pasé las de san quintín (natural, siendo aspirante a “quinto”)…

Los días, con sus entrevistas, se sucedían sin aportar novedades. Mis aullidos nocturnos se hacían cada vez más lastimeros… ¡ni por esas!...las entrevistas cada vez más rutinarias: Las respuestas al Rorschach eran de lo más académicas…pero mi situación no se movía ni un milímetro. El capitán me aseguraba que mi destino inmediato e inminente estaba en Melilla…Yo callaba pero levantaba las cejas y los hombros para dar a entender que la responsabilidad de la catástrofe sería toda suya.
Por entonces (1978) yo era un fumeta respetable y respetado. Melilla añadía, al aburrimiento propio del servicio a la patria, la amenaza de la drogadicción en toda regla. Así que DE NINGUNA MANERA debía ir a Melilla.

Simulaba insomnios y sonambulismos… ¡en vano!




 Así que opté por el tremendismo: pedí al infeliz de la cama de al lado su tubo de pastillas e hice como que me tragaba decenas… le dije que llamara al celador y que hiciera ver que me había envenenado definitivamente. El orate montó un pollo de consideración y, al poco tiempo, me vi rodeado de batas blancas y de caras divertidas. Fue ver el tubo (¿cánula?) y entre sollozos dije que sólo (¡por mi madre!) me había tomado una. El lavado continuó su curso.

                                  
Al día siguiente empezó el infierno, enmascarado de beatitud. El capitán ordenó (no era partidario de los electroshocks) que se me infligieran, por mi bien, cuatro puyazos diarios de Largactil (Clorpromacina) y se me redujera el paseo (por el jardín) a media hora diaria. La vestimenta, de paño gris como de Alcatraz, reveló, AHORA, toda su eficacia: Daba miedo, respeto de loco. Sin embargo la cerveza diaria, mi único vínculo con la realidad, seguía consiguiéndola. El efecto era como de cuatro gintonics sin respirar. Vagaba por entre los arbustos abrasados (era septiembre) cogido a mi tercio (de cerveza), como alma de la “santa compaña” a su cirio. A veces venían a visitarme los amigos. A sus risas y comentarios, correspondía con muecas y con ausencias. Cuando se marchaban movían las cabezas de forma fatalista y premonitoria… ¡Lástima!...


 
Les ahorraré el relato de la vida social de aquel centro de reclusión y no diré nada de los amiguetes que me eché…Aunque merecería la pena.

Así pasaban los días y las entrevistas correspondientes. Hasta que una mañana el capitán me dijo que, POR FIN, habían llegado mis papeles con la resolución. O sea que mi estancia se prolongó más de lo normal a causa, sólo, de un descuido burocrático. Mis psiquiatras avaladores tenían tanto peso que incluso la psiquiatría militar se sometió a su diagnóstico.
                                                  
Los puyazos de Clorpromacina no entraban en el programa…el lavado gástrico fue inútil…ni mi comportamiento nocturno influyó en la marcha de las cosas… ¡Un despiste burocrático!... Me concedieron la provisional, que se convirtió en definitiva al año siguiente (2 de mayo) en el hospital de Cartagena… Para conseguirla tuve que soportar “Botón de ancla” (1 de mayo) y “Recluta a la fuerza” (2 de mayo) y recomendaciones varias sobre la posible evolución de mi psicosis….¡esa es otra historia!...

Bueno, pues, conseguida la provisional, hice el petate y fui a Valencia, a donde mis amigos. En el bar de la plaza de los patos lo celebramos por todo lo alto, lo que en la jerga quiere decir que acabamos por los suelos. El alcohol se mezcló sin reservas con la Clorpromacina y mi sistema nervioso central estalló en pedacitos. Todo se aceleró y entré en otra dimensión. En la dimensión de los hurones que, dicen, lo ven todo más rápido. Eché a correr, era noche cerrada y no paré hasta seis meses después. Entonces sí que enloquecí. Gracias a todos los que me ayudaron a pasar el infierno.
Así me libré de la “mili”.

La frontera con Macedonia (¡¡Skopia!!) la paso sin problemas. El paisaje es el de siempre: perros flacos que van de coche en coche mendigando algo que llevarse a la boca y personas desorientadas que no saben si entran o salen de Europa. Algunas… inmóviles, mirando al suelo…dueños de repúblicas unipersonales, en las que legislan a su antojo.

 
                                               
De fondo Esma Radzepova.
 
Macedonia (¡¡Skopia!!) se cruza en un plis-plas. En la frontera con Serbia a los perros se unen bandadas de gitanos “trabajando”. Así que junto a cada coche ahora tenemos un perro y una gitana, bebé incluido.
Llego a NIs (Serbia) a las 9’30 de la noche. Habitación en “Goods Nights” (35 euros la doble).  Cena en la “Antigua Serbia”, sin privarme de nada (15 euros). Festival de cine serbio al aire libre. Ambiente estupendo. Me tomo un par (tres) de vasos de licor de ciruela (Sljivovica) y doy una vuelta por la fortaleza-jardín…¡para rebajar!...
Salgo a una avenida oscura y desierta…a lo lejos se ven las luces de una gasolinera. 

Pregunto por el boulevard 12 de Febrero…entienden “boulevard” y me indican que siga andando en la misma dirección que voy. Delante sólo oscuridad de boca de lobo… y todo el resto de Serbia. Desemboco en la autopista de Belgrado. Doy la vuelta y vuelvo a la gasolinera. Vuelvo a preguntar por el boulevard 12 de Febrero y cojo una botella de Sljivovica. Ahora me indican la dirección contraria. Ando y bebo. Bebo y ando. Ando bebiendo. Bebo andando. 

                                     

                                    

Pasa un taxi, me arrojo al centro de la calzada. Frenazo. ¿Insultos?...El taxista, entendido, me conduce al “Goods Nihgts” sin recibir instrucciones. Dice estar acostumbrado a estos-nosotros desorientados- zombis.
Pastilla para dormir y trago de aguardiente. ¡Mañana será otro día!

30 de agosto. Viernes.
Fin de semana y fin de mes: embudo gigantesco en Belgrado. Dentro del coche huele a orégano y a licor de ciruela. Pongo turbofolk y “balkansoulgipsyfunk” a 25 puntos de volumen.  El coche se estremece. Cruzo el Danubio por el puente Gazela…si hubiera decidido suicidarme hubiera elegido el del ferrocarril…pero se trata sólo de cruzar a la otra orilla del Danubio….no a la otra orilla de la vida.

Comer en Mitrovica (¡!). Inevitable pensar en los miles de refugiados serbios que expulsados de la Krajina y de Eslavonia fueron acumulándose aquí y en Sid…para ser desperdigados por toda la geografía serbia. No puedo evitarlo: los serbios me caen bien y los croatas (¡qué asco de generalizaciones!) me repatean (tengo algunas razones). Aquella operación mediática a la que se lanzó Occidente, impulsada por las prisas germanas y la pasividad yanqui, aquél cúmulo de mentiras y de tergiversaciones sobre la causa serbia y los propios serbios (de Croacia) me revuelve las tripas y amenaza con hacerme vomitar la pizza.
Y cruzando la autopista de la muerte (Croacia), tras tres horas de esperar en la frontera (que amenizo con Kusturica e Ivo Paposov (admirado hasta por Zappa)) resulta doloroso. Estas casas habitadas (ahora) por usurpadores croatas, por provocadores victimistas, esconden historias espeluznantes. ¿Quién niega los crímenes serbios?...NADIE. Pero ¿Quién afirma los crímenes croatas?... ¿Quién reconoce las provocaciones croatas?... ¿Quién reconoce el derecho de los serbios de Croacia a recibir el mismo trato que los albaneses en Kosovo…? ¿Quién abogó por el derecho de una minoría (que era mayoría en sus regiones) a disponer de su destino de manera semejante a como se defiende la causa de otros pueblos?... ¿Quién habla de los CIENTOS DE MILES de refugiados serbios de Croacia?...fueron los primeros perdedores de esa guerra que nunca debió de tener lugar. Pero que Alemania precipitó. 
Todos se han referido a los serbios de Croacia como invasores…¡¡llevaban cientos de años habitando esas tierras!!…defendiendo las fronteras (Krajina) del Imperio Austrohúngaro; “defendiendo”  a los croatas, eslovenos y demás, de las incursiones otomanas.
Y, además, me basta con ver el dibujo ajedrezado del escudo croata para recordar a los ustachas y me reconforta saber que los serbios de la Krajina llevaban (¿) la estrella roja en sus gorros de combate. Naturalmente todo se complicó. Y, parece, que hay voluntad de olvido. Aunque YO no olvido, tampoco, a los “tigres de Arkan” y grupos por el estilo…
Me liquido lo que queda de aguardiente de ciruela en honor de esos pobres desgraciados.
Cruzo Croacia a todo trapo.
                                              
 Para relajarme y esperar a que el sueño venga cuando quiera, doy una vuelta por los alrededores y encuentro un sarao en el patio asfaltado de una fábrica de algo. Cerveza y pizza… y 10grados centígrados. Me pelo de frío y de ridículo: pantalón corto, brasileñas (chancletas, vaya) auténticas y camiseta playera. Los mozalbetes, cocidos en su jugo, saltan y acompañan al solista Stavros, para que no se sienta tan solo. Abandono el recinto dando tumbos…¡haciendo ver que yo también estoy cocido y que mi vestimenta está acorde con mi ardor interno!...

31 de agosto
Hacia la frontera italiana: Nova Gorica.  Cuando se entra a Italia da la impresión de pasar de un país rico a uno pobre.  Paolo Conte y L. Dalla con Gianni Morandi: “Somos ángeles”.  Esta pareja no hubiera podido entrar en aquella taberna de Belgrado donde “Se prohíbe la entrada a los ángeles”. Tampoco mis  Ángeles Custodios hubieran podido tomarse una cervecita.
Comida en Padua: Spagettis a la putanesca. Cerveza, vino, café y una grappa (dos).
En tres horas estoy en Turin.  Tapón en la salida (o entrada) del estadio de la Juve…que le ha endosado un 4 a 1 al Lazio.

                                                                        

Son las 9´30 y estoy entrando en Oulx (Valle del Susa). Tomo una habitación donde solía pararme cuando me acompañaba el perro. Tengo la impresión de que “Gorrión” me mira y que en cualquier momento se acercará a morderme la mano para que lo saque a pasear. Me muerdo la mano, de pena. “Gorrión”, medio ángel (en razón del nombre), hubiera tenido que pelear su entrada en la mentada taberna.
Unas cervezas en la cervecería de enfrente y cerraré la ronda con grappas a discreción. Si no duermo hoy no dormiré nunca. El local parece una “parada de los monstruos”: gente extraña, aficionados a los deportes de montaña fuera de temporada, aprovechando los resquicios de tarifas baratas…¡Verdaderamente feos! Es intrigante… ¡cómo han podido reunirse en esta especie de caverna, perdida en los Alpes, tal cúmulo de desafortunadas fisiologías!
Cierran con precisión de rico comerciante y doy una vuelta por los bares de la carretera. Las doce de la noche: dos grappas (3) en el último bar que queda abierto.
En 1867, tal día como hoy, sábado también, moría en París, en la clínica del Dr. Duval (¡qué chistoso es el destino!...por lo de Duval), Baudelaire. En realidad ya había muerto en Bruselas…¡y yo aquí…tan pancho!

1 de septiembre.
A las 9 de la mañana me pongo en marcha. Jacques Brel (nacido en Bruselas) no me abandonará hasta la frontera con Catalunya.
Una cervecita y un trozo de pizza en el lago de La Roche… ¡por costumbre! Y un (2) calvados por devoción.
En Sisteron, pido unos pies de cordero y una botella de Borgoña. Café y calvá (2).
En las proximidades de Perpignan, el coche me lanza todos los reproches que ha ido acumulando a lo largo del viaje:

·        Revise el filtro de polución.
·        Revise sistema de presión de neumáticos.
·        Revise sistema de inyección.
·        Cambie el aceite.
·        Se acerca revisión general.
·        ¡me cago en tus muertos!

Le prometo un chequeo general y un tratamiento facial… ¡Mi cuñado de Mapfre!

                             

A las 8 de la tarde entro derrengado a mis lares. Ducha. Dos pastillas…¡y a dormir!...¡Mañana será otro día!















2 comentarios:

  1. ¡Nada! que no puedo colocar las fotos bien...

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  2. господин, que buenos viajes nos cuenta, excluyendo el cocktail fenotiazinas/clorpromazina (que desde luego da para hacer amigos imborrables y de espíritu sensiblemente espectral).
    Le diré que cuando leo que ha recorrido tantos países para volver de Grecia, me admira Vd. que ya viaja a pelo, sin custodios ni perrito que le ladre y que se chupa los Km como se chupa chupitos (de cerezas o de lo que le den por esas tierras del demonio de las guerras) Por lo visto, ahora, el volante es lo suyo, le veo conducir muy suelto.
    En cuanto a sus preguntas, que parecen afectarle, sobre serbios, croatas, kosovares (serbios o albaneses) le contesto: ¡macedonia!, nombre que procede del vasto territorio conquistado por Alejandro de idem, aglutinando una amplia mezcla de diferentes pueblos y naciones que integro razas, culturas, idiomas, costumbres y tradiciones diferentes... por eso se asimila en el XX a la mezcla de diferentes frutas (eso dicen y vaya vd. a saber ¿?) Y aunque este no es el verdadero quid de la cuestión ha resultado letal (en el encarnizamiento de la guerra y por el mensaje que de occidente). Mosieur, tiene razón, se debería conocer y difundir el quid pro quo del asunto (en aplicación de la estricta justicia) y dejarse de cuentos chinos, que por cierto cuajaron mejor en Albania (distracción juvenil y emoción de escuchar radio Tirana)
    Tal día como hoy 25 de septiembre de 1991 el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la Resolución CSNU 713, que imponía un embargo de armas en toda la antigua Yugoslavia y aunque nunca se levantó ( a pesar de las resoluciones del Congreso que pedían su anulación) sin embargo, los Estados Unidos realizaron varias operaciones incluyendo grupos islamistas para suministrar armas a las fuerzas del Gobierno de Bosnia a través de Croacia. Supongo que a las efimerísticas razones vd. ya les habrá sacado punta.
    No quiero despedirme sin mencionarle la especie de lotería que le ha tocado con su cuñado de Mapfre. Mi coche además de pedir tantas cosas como el suyo tiene cráteres lunares.

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