miércoles, 20 de diciembre de 2017

"ME DUELE ESPAÑA".






I

Ahí estaba K, sentado a una mesa al fondo del bar "La Amistad". Tiene cojones la cosa, pensó: un país de reyerta y que esté inundado de bares con ese melifluo nombre. Lo comentó con la tetera humeante, llena de güisqui, de la que se sobresalía una etiqueta de manzanilla Hornimans: "Me duele España", decía como si lo atravesara un cólico de los peores. Acabó la tetera y pidió otra. Y así, día tras día, iba consumiéndose sin encontrar paliativo. La clientela habitual lo tenía, sin razón, por atrabiliario y no osaba acercarse a su mesa. Para la no habitual era una sombra.
Hasta que un día, después de pimplarse cuatro teteras, ideó un plan que pondría remedio, pensó, a los males de la patria y, en consecuencia, a los propios.
 Pronto sabrán quién soy yo, se dijo. Y cogiendo con mano temblorosa el chubasquero, la gorra orejera y la bufanda, salió del local dejando una estela de extrañeza y admiración, pues, en contra de lo habitual, no había derribado ningun taburete.

II

España está invertebrada. ¿Quién la desinvertebrará? Aquel que la desinvertebre...¡Buen desinvertebrador será!

Con este juego de palabras zumbando en el interior de su cráneo, se presentó al día siguiente. Sacó un cuaderno, útiles de escribir, vació todo el contenido de su memoria sobre la mesita, se despojó del chubasquero, de la gorra y de la bufanda y se sentó, dispuesto a no levantarse hasta que no hubiera pergeñado, sobre el papel, un plan, que, por otra parte, ya tenía suficientemente meditado.

Pidió una tetera de manzanilla.
Se puso a discurrir.
Está de más decir
que era invierno y llovía.

En la barra tres parroquianos, ajenos al espíritu del local, estaban a punto de llegar a las manos por sutilezas. K los miró y los consideró metáfora de lo que tendría que decir, después, claro está, de pensarlo con severidad.

España se rompe y nadie, pero nadie, hace nada por evitarlo, caviló. ¡Él!, concluyó, sería el desinvertebrador necesario. Ese era el punto de partida.

La hipótesis, un poco metafísica (todo hay que decirlo), era que, pese a todo, existían corrientes de simpatía entre los diferentes pueblos de España que se manifestaban en la elección de los nombres; corrientes cegadas por la ceguera de la clase política. La contrastación consistiría en recorrer la piel de toro (hasta las ingles) y proponer a sus moradores una nueva estructura territorial, que se dice, basada en esas puntas de iceberg que los nombres representaban. Si la propuesta era aceptada, daría por válida su hipótesis; de lo contrario, se sometería al destino que, sin duda, acabaría moliendo los huesos de España y convirtiéndolos en pienso para animales.

Otra intención, además de la política, guiaba su propuesta: El amor. Sí. El AMOR. Quería establecer verdaderos lazos amorosos entre las poblaciones más alejadas de nuestra geografía. Bien, la idea no es absolutamente original, reconoció. Ya Pericles creó familias "artificiales", cuyos miembros procedieran de los diferentes ámbitos, productivos y geográficos, de la ciudad. Así, dictó que cada nueva familia (K las llamará "hermandades") estuviera constituida por gente de la montaña, del llano y de la costa. Las ventajas saltan a la vista. Pero él no tuvo en cuenta lo que K. consideraba prioritario: el amor, que nadie se sintiera solo, que todos tuvieran apoyos personales  en, al menos, un lugar de cada uno de los cuatro puntos cardinales.

Que tuvieran a K por atrabiliario, era, como se ve, un error garrafal de apreciación.
La metodología, inductiva (abajo-arriba) se ajustaría al siguiente patrón:

1.     Recoger datos, con el fin de que, al contemplarlos, saltaran a la vista las relaciones en las que se podría profundizar.
2.     Enviar un mensaje al ayuntamiento del pueblo elegido, anunciando su llegada y que llevaba una propuesta interesante que desvelaría a su tiempo.
3.     Realizar una asamblea en un bar céntrico, discutir el asunto y tomar acta de lo decidido.
4.     Tras esta primera fase, y suponiendo aceptada la propuesta, se establecerían los centros administrativos-sentimentales y la forma de relacionarse con los otros miembros de la  hermandad.
5.     Diseñar una red que interconexionara las diferentes hermandades.

Todo este trabajo ingente, sería sólo el comienzo para, sobre él, elevar una teoría mítica-sociológica-histórico-política-sentimental que diera fuste a la cosa.

Fue un día agotador. Ni Ceferino, el dueño, se atrevió a interrumpirlo. Lo veía sumido en sus cavilaciones y se limitó a servirle teteras sin preguntar.

Cuando se levantó de la mesa estaba como transubstanciado, como Moisés tras hablar con la zarza. Se puso el chubasquero, la gorra y la bufanda, según el orden establecido. Recogió el cuaderno, el lápiz y los restos de su memoria y salió sin dejar estela, pero dejando a deber las consumiciones. Ceferino lo dejó para un mejor momento.  Al día siguiente, el sereno comentó que la luz de la habitación de K no se había apagado en toda la noche.

III

La mañana en que el sereno comentaba lo anterior, K seguía dándole vueltas a su proyecto y haciendo anotaciones sobre un meticuloso mapa de España. Acudió a la biblioteca a consultar en los ordenadores, pues, aunque no lo parezca, lo que se cuenta ocurrió en tiempos recientes. Por la noche se sentó en La Amistad a poner orden  en ese cúmulo de datos en bruto. Y así, en esta labor de recolección, transcurrieron algunas semanas. Pasó el invierno y entró la primavera. Él seguía, ajeno al giro de los astros, con el chubasquero, la gorra orejera y la bufanda. Y, naturalmente, con las teteras de camomila... Pues el dolor persistía.

Esta piel de toro está salpicada de pueblos entrañables y de otros que no lo son tanto, se decía. Normal, ¿no? No iba a entrar en sociologías ni en geoestrategias. Me limitaré a las relaciones superficiales, a la forma, a las cuestiones sintácticas... Iré allí adonde los nombres me conduzcan. Iba a ser, sin duda, un trabajo agotador y largo, tanto que, pensó, cuando acabara, si acababa, podría ocurrir que todos estuviéramos muertos y la propuesta se quedara, por falta de personal, en agua de borrajas...¡lástima! Sin embargo, albergaba un rayo de esperanza y por ese débil rayo estaba dispuesto a bregar.

La idea rectora era, en otras palabras, que si el nombre de dos pueblos se complementaba de alguna manera, o tenían alguna relación evidente, era indicio de que existía una profunda base común originante. Su propuesta estaba encaminada a hermanar localidades en base a sus meros nombres, teniendo en cuenta, naturalmente, ese presupuesto teórico aún no demostrado y, quizás, indemostrable. Por lo demás, se conformaba, si no había más que rascar, con ese nominalismo.
Esta parte, digamos filosófica, la dejaría para mejores tiempos, como se ha dicho. Sería como un zahorí a la búsqueda de vetas de afecto por los pueblos y ciudades de España.

IV

Extendía el mapa sobre la mesa del bar La Amistad. Localizaba las poblaciones que se proponía hermanar, las unía con una línea decidida (o dubitativa, según el caso o el día) y contemplaba el diagrama de lejos con el fin de ver sus posibilidades de ampliación. Allí donde se cruzaran dos o más diagramas establecería un centro de coordinación de fatrías. Dependiendo del número de hermandades que se cruzaran en un punto determinado de la geografía patria, así sería la importancia del nodo: comarcal, intercomarcal o territorial, supraterritorial, interterritorial y, finalmente, establecería el Centro Vital de la red, donde residiría él y aquellos que, en su recorrido por la piel de toro, se hubieran distinguido por su clarividencia y entrega.

Realizado el diseño de forma tan concienzuda estaba claro que, tarde o temprano, tendría que llegar el día en que se pusiera manos a la obra, pues, K no era de los que se contentan con la reflexión neta. Y ese día llegó. Y así, sin más, se presentó ante Ceferino:

-- Ceferino ¿Se debe algo?

V

Entró en el seat Ibiza, puso el motor en marcha, metió primera, aceleró... y el coche se puso en marcha. Vestía chubasquero y los demás aditamentos, pero la primavera tocaba a su fin.
El día anterior había llamado al primer pueblo que tenía intención de visitar con el fin de presentar su magno proyecto de rearticular España. Había cubierto el teléfono con un bonito pañuelo de seda impregnado en perfume floral y había agudizado la voz. No quería fracasar a la primera de cambio.
Empezó por lo más evidente y simple con el fin de ir tomándole la medida a la cosa.

Cuando llegó a Ávila, por el oeste, quiso penetrarla por una de las puertas de la muralla, pero fueron tantas las dificultades que siguió por la Ronda Vieja hasta desembocar en la de Madrid y enlazar con la nacional 110.  Siguió esa antigua calzada romana y se desvió hacia la histórica, valiente y atribulada La Colilla, pues esa era la primera estación de su Vía Crucis. Campos de trigo a derecha e izquierda, de un dorado en el que aún se pintaban los recientes verdes. "Ya viene mayo por esas cañadas, espigando los trigos y granando cebadas". En efecto, empezaba mayo, y siguió: "Mayo florido, en flor el olivo y granados los trigos". Su arrobo se mecía al ritmo marítimo de las espigas. Antes de engarzar el tercer adagio se encontró en la plaza del ayuntamiento. Aparcó el seat, salió y con la decisión de un torillo novato, se acercó al nutrido grupo de lugareños que desde la puerta del bar España, lo contemplaba con aprensión. Esperaban una mujer y, tal como los efluvios y la voz habían anunciado, hermosa. Lo que veían era desmoralizador: un esquimal o algo parecido. Su arrobo flaqueó y se  trocó en arroba (esta bromita está de más).

-- Buenas tardes, señores.

El grupo, resentido, negó el saludo. Algunos escupieron y otros lanzaron los cabos de sus cigarrillos por encima del petril, manifestando así su desencanto e iracundia. El alcalde se despegó del grupo y dio unos pasos hacia la extravegante figura. Sin intercambiar palabra, lo tomó por el brazo y, cabizbajo, lo condujo al bar, donde, en semicírculo, estaban dispùestas las sillas y mesas.
Pasaron unos minutos de incertidumbre. El teórico había tomado asiento en el proscenio y encajaba con resignación las miradas lacerantes de los que él había calificado, con demasiada antelación, de "queridos contertulios".
El mesonero, con la venia del alcalde, sirvió vino y permitió fumar en el establecimiento. Ceniceros no había. El promotor pidió una tetera de güisqui caliente y una bolsita de manzanilla Hornimans. Se despojó del chubasquero, se quitó la gorra orejera y desenrroscó la bufanda de su palpitante cuello. Sacó sus papeles, el lápiz, carraspeó y pasó a describirles, a grandes rasgos, el proyecto. Y llegó el momento tan esperado:

-- (...) Pues bien, con el fin de evitar el desastre que les he descrito e intentar suturar nuestra querida piel de toro, y guiado por la convicción de la existencia de esas vetas a las que he hecho mención...les propongo un hermanamiento con la muy humanitaria ciudad de Cenicero, en La Rioja Alavesa.

La propuesta calló como una pedregada.

Siguió, inmutable, exponiendo cuál sería el lógico escudo de armas de la hermandad y hizo una relación de las ventajas mutuas que se derivarían del enlace. En esencia: vino para ellos y pan y piedra granítica de cantería para los riojanos. Tras la primera y áspera reacción se calmaron los  ánimos y empezó la guasa. K dejó que la cosa siguiera su curso natural y se pidió otra tetera. Añadió, para ahondar en el ludibrio general, que también se podría invitar a los de Guasa, oscenses ellos, de tal manera que la hermandad engrosara su haber con pastos de montaña.
A la cuarta tetera aquello se había convertido en un sin dios absoluto. El bar España retemblaba y por la ventana salía un humo espeso. En cualquier momento, se diría, se pondría en movimiento, como una locomotora, dispuesto a expandir la buena nueva por toda la geografía peninsular, pues, mientras tanto, se había incluido a Portugal en el proyecto. El suelo, como era natural, estaba cubierto de colillas. Los de Cenicero ignoraban lo que se cocía en La Colilla.

Cayó la noche y con ella los "queridos contertulios".

El primer rayo de sol recorrió el cristalino desastre y el tintineo despertó a los menos damnificados, entre los cuales K. Se arropó según la costumbre, abrió la puerta y un sol brutal proyecto su sombra sobre la pared del fondo y dejó grabada su silueta estrafalaria. Subió al coche y se largó, sin haberse aclarado sobre la aceptación o no de la propuesta, con destino a La Rioja. Sin embargo levantó acta, tal como puede verse en los papeles encontrados con posterioridad.

No me pregunten por su situación económica, ni laboral. No lo sé. Lo cierto es que partió y, desde entonces, no se le ha visto el pelo.

Al cabo de unas semanas, en plena canícula, encontraron un seat Ibiza tan semejante al del desinvertebrador que lo certificaron como suyo. Lo encontraron en el barranco de Salsipuedes, en la provincia de Córdoba, adonde, tal como indican sus notas, había ido a proponerles un hermanamiento con Ultramort, provincia de Girona. Tenía proyectado ir a Los Infiernos, con el fin de ampliar aquella escatológica linea, pero a Los Infiernos nunca llegó. Junto a las actas (*), se encontraron, también, los proyectos sin realizar (**)


      (*) ACTAS ENCONTRADAS EN EL IBIZA


Día 4 de mayo de 1997. La Colilla. Domingo.

Reunidos en el bar España de la amistosa localidad de La Colilla, provincia de Ávila, expongo, ante una veintena de lugareños y el alcalde, la propuesta de hermanamiento con Cenicero, de la Rioja alavesa. Cuesta un poco hacer comprender la finalidad última del proyecto, pero, finalmente, es aceptada por aclamación. Si lo que resta, que no es poco, es como esta experiencia, el éxito está asegurado. Se ha decidio por unanimidad incuir a Portugal en este ingente esfuerzo de unidad.


Día 7 de mayo de 1997. Cenicero. Miércoles.

Como hacía bueno,y éramos tres, nos hemos reunido en la plaza de España, delante mismo de la Iglesia del lugar. Público receptivo y de rápida inteligencia. Lo del hermanamiento les ha parecido bien, pero, dicen, que la necesidad es de los de La Colilla, que ellos ya están servidos. Los tres, entre los cuales no había representación institucional, se encargarán de hacer llegar la idea a todo el vecindario. Que ya me dirán algo.


Día 11 de mayo de 1997. Puercas. Domingo.

Puercas, Zamora. Llueve. Reunidos en la puerta de Iglesia le explicado al asistente de qué iba la cosa. Ha asentido como se asiente a la lluvia. Se queja de que los pueblos de los alrededores les hacen el vacío. Razón de más, le he contestado, para implementar este magno proyecto. Sí, sí, pero... no sé, me ha respondido. Le he dicho que inmediatamente me dirigía a Guarros, en la lejana Almería, con el fin de ir atando cabos. Además le he hablado de las hermosas playas de Adra.


Día 13 de mayo de 1997. Guarros. Martes.

Seguramente no han recibido mi mensaje. Sólo he visto un  Renault 4 aparcado a la puerta de una casa, cerrada, por lo demás, a cal y canto. Nadie. Eso, creo, representa un 30 % de la población del lugar. Como hace una noche estupenda me quedo a dormir en el seat. Por la mañana me he dado una vuelta por las dos calles: la de la Piscina y la del Gurugú. El cuatro latas seguía en su sitio. ¡Me cago en la hostia! ¡Me cago en Guarros y en Puercas!
Sólo me queda, para salvar esta hermandad, visitar Guarromán.


Día 15 de mayo de 1997. Guarromán. Jueves.

A las 12 en punto del medio día estaba en la plaza del pueblo, frente a la Iglesia, que, por cierto, ¡vaya plaza que tiene Guarromán! ¿¡Y la Iglesia!?
Nadie. Están todos en la Romería de San Isidro. Por pura casualidad he encontrado un bar abierto. He pedido una manzanilla y me ha puesto una de Sanlúcar. Por no tenerla... me la he pimplado. Le he explicado al camarero lo de hermanarse con Guarros y Puercas y, sin esperar más explicaciones, ha descolgado el garrote y he tenido que salir por piernas.


Día 18 de mayo de 1997. Salsipuedes. Domingo.

Salsipuedes, Córdoba. No hay pueblo... ¡¡Me cago en dios!!





Hasta aquí las actas encontradas. A continuación se presentan los proyectos sin realizar por completo, o en absoluto.


ANEXO II

(**) HERMANDADES PROYECTADAS CON OBJECIONES Y RESPUESTAS.

1.     
Proponer un hermanamiento entre Villapene, Berga y Pepino, trazando así una línea fraternal entre Lugo, Barcelona y Toledo. Si Pepino creyera que su asociación con la confederación priápica resulta demasiado metafórica, le propondría un hermanamiento con Cebolla. Claro que no es lo mismo, pues Cebolla se encuentra en la misma provincia, con lo que la finalidad principal se diluiría. Podría unirse Ajo y así irradiar fraternidad hasta la cornisa cantábrica. El barrio de Rábano, en Zamora, está en cartera, así como Calabazas, de la fértil, en toponimia Ávila. Melón, Sandías y Coles podrían, sin ninguna duda, dar variedad, dentro de lo que es, a la cosa.
La deserción de Pepino, como digo, no sería importante ya que sobran aspirantes a conformar la federación priápica, por así decir: La Ampolla, Valdezorros, Villaconejos, El Pito, Bustefullada, Tías, La Polla, Entrepenes, Espolla, Navaconejo… todas estas villas aspiran, creo, a estructurarse como federación. Propondré a Villaviciosa como sede rectora. La lucense Picha no se conformará fácilmente con un papel secundario.
Sin embargo, esta hermandad peca de indefinición o excesiva complejidad… y habría que replanteársela. Quizás diera para dos o tres fratrías.

2
Establecer las bases para una alianza amigable entre Obeso, Elciego, El Gordo y Sordillos, de tal manera que de sus deficiencias individuales pudiera surgir una completud mancomunada. Podría planteárseles el tema a los del Mas de los mudos y a los de Polliza de los cojos, con lo que habríamos unido a La Rioja, Cáceres, Burgos, Valencia y Salamanca. Consultaré a los de la Polliza no vaya a ser que quieran pertenecer a la macro- federación  priápica.


3
Propondré una fratría entre los ayuntamientos de Espera, Entrena, Recuerda, Escucha, Acusa y Contamina. ¡Es más los conminaré!

4
Ultramort, en Girona, pide a gritos una hermandad con El Limbo, Purgatorio y los Infiernos… ¡la riqueza escatológica de Murcia asombra! Salsipuedes no pude faltar. La calidad metafísica del conjunto podría aumentar si consiguiéramos la adhesión de Nonduermas y Novallas.

5
Adiós  y Cariño con Buenas Noches y con Dios le Guarde. La piel de toro se vería surcada por una potentísima veta de buena educación, que falta hace, que uniría Málaga con Navarra.

6
Ojos Negros está llamada a unirse con Ojos Albos. Preveo un conflicto con Ojós. Habrá que explicarle que una cosa es una cosa y otra cosa es otra.

7
María, Cristina, Teresa y Dolores deberían estar interesadas en formar una hermandad, coordinada desde Las Delgadas. Aquí nos ha surgido una duda y una exigencia. La duda: Dolores, de Alicante, podría estar interesada en estrechar lazos con Peligro, de Granada y, sobre todo, con Los Remedios, de la vecina Murcia, rica, como hemos señalado, en toponimia. Y la exigencia… ¿Qué haríamos con Matagorda? Lo ideal sería, para evitar odios, incluirla en el grupo, pero me han llegado noticias de que Las Delgadas se oponen de todas todas: una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, dicen.

8
Inspirada en esta última asociación me ha surgido un esbozo de fraternidad entre localidades vagamente relacionadas: Seno, Moscardón, Rodillazo, La Ramera, Puras, La Desaparecida, La Degollada, La Aparecida, Buena Madre, Buenas Bodas, Perderrubias, Consuegra… y algunas otras. La cosa está bastante verde. He de meditarlo mejor. Además está la presencia incordiante de Consuegra.

9
Los de Mula, Toro, Cuervo, Jabalí (el viejo y el nuevo), Chiva, Estorninos, Churra, Pollos y Lagartos y otros, como Jaca, se han manifestado a favor de una cofradía animalista (lo sé porque los de La Colilla fueron con la buena nueva a Jabalí Viejo y así lo manifestaron). Proponen que sean los de Soo, desde las Canarias, los que dirijan la asociación. El inconveniente más significativo es su excesivo universo de discurso y la exigencia irrenunciable de no dejar a filiarse a los de Consuegra. Dicen que a Garrapatas no la quieren ni en pintura. Tampoco desean la presencia de Cabra de Santo Cristo: Se declaran ateos.

10
Galápagos, en Guadalajara, es un caso a estudiar. Se rumorea que en la Campiña nunca ha habido tortugas de ese tipo y se teme que sea una artimaña para conseguir un lugar en esta cofradía tan animada. Cerdillo, en Zamora, ya ha dicho que no quiere la amistad de Guarros, Puercas y Guarromán, y que exige fraternidad con Coimbra… ¡por pura poesía!, dice.

11
Esta otra uniría fragmentos: Cabeza de Caballo, Caravaca, Cabezavaca, Cabeza de Buey. Uña, pedirá, sin duda, que se le incluya. Cabezas de Alambre exigirá, por su parte, pertenecer al grupo y será difícil convencerlo de que nos es igual una cosa que otra.

12
Llamé a Hija de Dios, en Ávila, con el fin de concertar una asamblea popular, pero ninguno de sus 75 habitantes estaba disponible. Quería plantearles una asociación un tanto extravagante, es cierto, con Meadero de la Reina y así podrían veranear en Cádiz. Los de Cabra de Santo Cristo podrían estar interesados. Aquí no es el ateísmo el inconveniente, sino la dejadez.

13
¿Qué hacemos con Solosancho? ¿Y con Casasola? Sería una paradoja normatizada incluirlos en una hermandad común.

14
El caso de Consuegra es lacerante.

15
El de Feas, irresoluble.

16
Con Venta de Pantalones no he sabido qué hacer. La verdad es que da tanta pena dejarlos solos que me lo quedo para mí. Será la capital, incomunicada, de estos hermosos Reinos de Taifa que acabo de diseñar


Después, anotó, vendrían las Fuentes…Fuentespada, Fuente del algarrobo. Los Ríos…Riopar, . Las Villas…Villanueva del Arzobispo, Vilanova i la geltrú. Los Campos…Campo de Criptana…Campofrío…


EPÍLOGO

El resultado final sería un mapa cruzado por una red de líneas indicadoras de vectores de afecto tan espesa que convertiría el mapa peninsular en un borrón… ¡y cuenta nueva!

K., consciente del despropósito, habría abandonado el proyecto precisamente en el, casi inaccesible, barranco de Salsipuedes, atormentado por la imposibilidad, el sol y los bichardos.

Y este es el mapa que se encontró entre las actas y los inútiles proyectos.


     











Cuando todo se daba ya por perdido y la Guardia Civil estaba a punto de finiquitar el caso, una mañana desapacible de noviembre encontraron a un individuo que no supo dar razón de sí mismo, enraizado en el paso de cebra que une el centro de salud de Nonduermas, en la afueras de Murcia, con el estanco de la localidad. Trasladado, con esfuerzo, al centro sanitario fue sometido, durante días, a observación. Sacaron en claro que padecía amnesia total y un insomnio irreversible.






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martes, 8 de marzo de 2016

¡¡VA POR VDS. !! FRONTERA SUIZA






 Muchas veces he mencionado, de pasada, como si tal cosa, mi desgraciada y afrentosa aventura en la frontera suiza, por Ginebra. Creo llegado el momento, ahora que me dispongo a pasar nuevamente al país alpino, de descargar mi, diría, conciencia. Pero no, no tengo nada de qué arrepentirme. Fue una desgracia sobrevenida, una tragedia, que  soporte como el gran Ayax soportó la suya.  No consentí en  ningún momento.

 Aquí en Tolbach todo recuerda a Mahler, a sus años más difíciles: la atmosfera adecuada para sincerarme y dar unos zurcidos en mi deshilachada personalidad.

Sigo la carretera hacia Bolzano y, allí, tomaré la  que, por el paso de Taufers, me introducirá en la Engadina. Si todo va según lo previsto, avanzaré hasta Lucerna y el lago de los Cuatro Cantones.... ¿me siguen? Dormiré en Sils-Maria. Avanzaré hasta Lucerna y allí buscaré algo por la zona de Triebschen. ¿De verdad me siguen?... Mahler, Nietzsche, Wagner...un recorrido que cerrará el círculo.
Lo que sigue fue determinante en mi formación. Puedo decir que constituyó un capitulo crucial en mi "Bildungsroman" que me dirigió hacia posiciones anticapitalistas. En mí ya se había forjado la rebeldía, como bien saben Vds. Aquello fue una reacción infantil, airada, de rechazo de la propiedad privada, esto fue un adentrarse voluntario y consciente en el odio de clase y a sus "perros guardianes".

El contraste entre la hermosura de este día de finales de agosto aquí en el Tirol y la sordidez de la historia que tengo, si no me arrepiento antes, intención de contarles, es tal, que necesitaré doble dosis de sensibilidad y artificio.

Νο puedo evitar las lágrimas según me acerco a la frontera: por la belleza y por la vergüenza... esa combinación insoportable. Suena "Resurrección" de Mahler.

El coche se dirige fatalmente hacia donde espero poder descargar mi espíritu (?) de este peso que me abruma desde hace décadas. Será una especie de psicodrama: saldré limpio y ligero, como cuando confesaba mis horribles sacrilegios de pubertad. Si no es así, y la cosa vuelve a ponerse fea, que dios (?) perdone mi υβρυς...

Los pajaritos cantan. A lo lejos se oyen trinos surgidos de gargantas humanas, aclaradas con las famosas hierbas del lugar. Paseantes, ataviados con el agraviante uniforme verde botella, pasean como quien echa un vistazo a sus posesiones. Ante mí se alzan las moles que, cual monstruosas erinias, intentaran evitar la repetición redentora. He de conseguir pasar para, así, relegar al cajón de las anécdotas, lo que, ahora, constituye un obstáculo al recto conducirse de mi sensibilidad y de mi intelecto.

Eran los tiempos en los que me dio por meterme a llevar coca de un sitio a otro. No puedo calificarlo de tráfico, pues las cantidades eran mínimas y el engaño nimio. Nada: un amigo (que en paz descanse) había escondido en mi casa una roca de "ala de mosca". Él iba a lo grande. A mí me permitía recoger las sobras y hacer mis cosillas. Yo solía esconder los gramos en el hueco que tenía el "Samba" en el centro del volante. Hice varios viajes. El más importante y productivo, a Paris. Otros me llevaron por Castilla la Vieja e, incluso, llegué a la cornisa cantábrica. Tenía una báscula de precisión y hacia las cosas a conciencia. La báscula de precisión, así como toda la colección completa del “Viejo Topo” y la de “Vibraciones” y… desaparecieron en el primer expolio. El segundo y definitivo, que me situó en el punto cero de mi existencia, ocurrió estando yo en Nueva York, como, sin duda. Vds. recordarán.

En aquella ocasión nefanda me dirigía a Lübeck con intenciones puramente literarias: iba en pos del aire que respiró Thomas Mann y a pasearme por sus calles...etc...etc. Decidí cruzar por Ginebra y de noche, atraído por la magnificencia de lago a esas horas: las luces artificiales se confunden sin solución de continuidad con las estrellas y es como si condujeras por el mismísimo cielo. Por si a alguien le dice algo, les diré que era el 27 de julio del año 1987 y, para añadir más peso poético, decir que había cogido en autoestop a una chica que dijo llamarse Esmeralda. Tenía los ojos verdes. Se bajó en las proximidades de Grenoble. Todo el viaje estuvo lleno de signos. Decidí pasar por Ginebra (y salir por Basilea) para, a parte de lo dicho, dedicar parte de mis pensamientos a Nietzsche y, así, matar dos pájaros de un tiro.

Hoy, cuando estoy a punto de enfrentarme con mi pasado, es 27 de agosto del año 2010.

Era, como he dicho, la madrugada del 27 de julio del año 1987. Una madrugada que hubiera pasado a la historia de la climatología por su placidez y que ha pasado, sin embargo, a la historia universal de la infamia.

Las luces de la instalación fronteriza brillaban a lo lejos.

Reduje la velocidad según me iban indicando los cartelitos.

Cuando llegue a la garita mi velocímetro marcaba cero.

Dos uniformados fumaban sentados en sendas sillas. Apoyaban las piernas en otras dos sillas colocadas ex profeso. La verdad es que no parecía la frontera suiza, más bien la del Chad o algo parecido (no tengo ánimo de humillar, bastante tengo con lo mío, es sólo un constatación). La lumbre de sus cigarrillos parecían estrellas. Por puro mimetismo me encendí uno. Por lo demás, todo estaba oscuro como boca de lobo. Los faros del coche, con esfuerzo, alumbraban tres metros. Uno de ellos se levantó con desgana, miró al que continuaba sentado y le hizo una mueca siniestra y soberbia: ¡déjamelo a mí! parecía decir. El sentado siguió fumando dispuesto a presenciar una escena extraordinaria y divertida por demás. Iban uniformados reglamentariamente, incluyendo la gorra. Se colocó delante del Samba  y me indicó, con un gesto autosuficiente, como los que abundan en la ITV, que bajara del coche. Quité el contacto y bajé. Lo primero que hizo el gendarme fue sacudirme una hostia y tirarme el cigarrillo, mientras él seguía dando caladas tan profundas como la oscuridad amarillenta que nos envolvía. El sentado lanzó la primera carcajada, hueca, bronca, a lo suizo. El sentado se levantó y sacó una especie de lobo con hambre de días y lo soltó. El perro, quizás el coche estuviera impregnado de perfume de coca, se lanzó a comerse los neumáticos y a destrozar la carrocería del utilitario. Esa reacción del cánido fue suficiente para que las dormidas inquietudes de la gendarmería se pusieran en marcha. Abrieron las tres puertas y el perro daba enloquecidas vueltas por su interior, más bien entraba por una puerta y salía como un cohete por otra. Siempre se paraba delante del volante, olisqueando. El rabo no paraba quieto. De verdad que daba gozo verlo correr y jugar, de no haber sido por las circunstancias. De resultas, la tapicería quedó hecha jirones. El petate de la mili, que no hice, fue vaciado en plena calzada. El lobo mordisqueó mis calzoncillos y a punto estuvo de dejarme en la situación acostumbrada: ¡sin ropa interior! Me preguntaron por la caja de herramientas, yo les mostré un destornillador que por casualidad encontré en el hueco de la rueda de recambio. Me exigieron las luces de repuesto. Un segundo par de gafas, las cadenas.... ¡era pleno verano!....y se reían como locos. Tanta soledad les había vuelto locos o tanto aburrimiento acumulado, hijos de puta. Yo, es claro, no llevaba más que lo estrictamente necesario para que el coche funcionara. Se levantó una ligera brisa que dispersó mis pertenencias textiles. El perro las perseguía con saña. Los dos uniformados reían como si estuvieran martirizando a un judío. ¿No se lo creen? No puedo exigírselo. Pero, por mis muertos, que esos dos desgraciados jugaban conmigo a la "solución final". Suiza dormía el sueño de los inocentes, pero en sus bordes se desarrollaba esta escena digna de la "Lista de Schindler". Descubrieron, no fue difícil, las tres botellas de Terry de malla que llevaba para un apuro y se las apropiaron...sin más. Me pedían más de lo que valía el Samba... ¡por importación de alcohol!

La cosa iba tomando tintes verdaderamente sádicos. Allí, de los suizos, el único que se comportó con cierta humanidad fue el perro lobo, que iba a lo suyo: destrozando sin ton ni son mi petate y su contenido. Me ordenaron abrir el capó, desenroscar el delco o qué se yo, desconectar manguitos, desatornillar tornillos... Después siguieron las ruedas. El chasis quedo apoyado directamente sobre el asfalto. Parecía una obra del "nuevo realismo francés"  o un montón de inmundicia a punto de ser expuesta en una exposición de "arte povera". Mi desconsuelo no tenía límites y sus carcajadas tampoco.

¿Van entendiendo ahora por qué he estado tanto tiempo callando al respecto?

Cuando todo parecía finiquitado, porque ya no había nada que desmontar, vino lo peor. Uno de los uniformados (a estas alturas ya me resultaban indistinguibles) me indicó que le siguiera al interior de la garita. Le seguí. Yo sudaba de oprobio y de indignación. Por suerte no dije nada de la embajada española y tal... me hubieran machacado allí mismo, en los bordes de la verde suiza, que, a estas horas, dormía el sueño de los justos. Le seguí... ¿qué podía hacer?

Una vez dentro del cuchitril colocó un taburete en el centro, me hizo desnudar de cintura para abajo, colocar el pie derecho sobre el mueble y me ordenó relajación mientras él se enfundaba un guante de silicona en la mano derecha y se lo ajustaba con precisión helvética. Cuando consideró que el guante estaba listo, me ordenó que tocara con el pecho la rodilla derecha y en esa humillante posición me introdujo su dedo corazón en el negro y reservado orificio. Un grito desgarrador recorrió todos los valles alpinos. El lago Leman se agitó como en un día otoñal. El reloj de cuco que había pasado desapercibido se disparó y empezó a marcar las horas del juicio final...(Y entonces me acordé de mi madre que siempre quiso un reloj de cuco. Y d mi ingratitud; siempre le llevé regalos que ella consideraba inútiles y que seguramente lo fueran, como, por ejemplo, una yogurtera o un calendario con imágenes de "Die Brücke", o bien un paraguas automático que, como es natural, nunca fue usado, pues, como saben Vds., en Fortuna el agua es una idea).

...El uniformado lo acalló de un golpe de carnicero profesional. Sobre el suelo de cemento quedaron los restos del pajarito y unos lagos minúsculos que mis propios ojos habían fabricado. En cada uno de ellos se reflejaba la bombilla desnuda, que colgaba como un ahorcado.

Era como un collage de Hans Arp.






Di gracias a dios (?) porque me hubiera introducido el dedo "corazón", el más sentimental. ¿Qué hubiera sido de mí si hubiera operado con el maléfico "índice"…?

Se quitó el guante, lo tiró a la papelera (nunca faltan en Suiza) y salió carcajeándose. Salí del cubículo como Samsa, arrastrándome y llorando como un niño: roto por dentro y descosido por fuera… (y destrozado el Samba que tenía que llevarme a respirar los aires del mejor humanismo alemán: Mann, Nietzsche, Mahler...).

Volvieron a su posición original. El perro lobo, aburrido, se tendió a su vera.

Amaneció. Llegaron dos nuevos uniformados y se marcharon los bromistas. El tráfico empezó a fluir. Los viajeros me miraban con compasión (mezclada con rechifla). Dieron las doce del mediodía y todavía seguía yo intentando colocar manguitos y atornillar piezas. Sobre las dos de la tarde, sin probar bocado, conseguí poner el coche en marcha. Cuando me iba, el relevo sacó una botella de Terry de malla, me señalaron con el frasco y se arrearon, a mi salud, unos lingotazos de aquí te espero.
Entonces caí en la cuenta de que no me habían pedido ni el pasaporte.

Me coloco detrás del último coche y avanzo al ritmo que marcan desde la garita...Mi corazón se acelera, el coche desacelera...

¿Saben qué les digo? ¡que les den pol culo! Rompo filas y me dirijo hacia el lago Como, Milan, Turin, valle de Susa, Francia... según el itinerario acostumbrado. Si he pasado veinte años con ese fardo, podré pasar otros veinte.

Y juro por mis muertos que nunca más pasaré la frontera suiza.

El atardecer rojizo anuncia ventolera.