jueves, 26 de septiembre de 2013

“Va por Vds. “Una paloma blanca” por Antonio Molina.





Era finales de junio…¿de qué año?...¡a saber!

Sé lo primero, porque hacía calor (aunque eso no es definitivo en Fortuna) y porque, con lo que paso a relatar, cerrábamos el “curso escolar”, un año de esfuerzos ímprobos para conseguir aprendernos de memoria los “afluentes, por la derecha, del Tajo” y la lista extravagante de los “reyes godos”. Añádanle algunas escenas de la “Historia Sagrada” (¿) y tendrán una idea bastante exacta del “currículum”.

La escuela era “unitaria”, lo que quiere decir que allí medrábamos niños y mozalbetes de todas las edades. Así que, los pequeños, oíamos embelesados (con un poco de terror) el “Teorema de Pitágoras”, los diferentes tipos de eclipse, los “quebrados”

Por cierto, un “quebrado”, en Fortuna y toda la contorná, era un “herniado” y llevaban una faja precisamente allí donde los interiores amenazaban con exteriorizarse.
      

Pues eso…Oíamos “quebrados” y “división de quebrados” y nuestra imaginación era incapaz de hacerse una imagen adecuada. Así pasábamos los días: haciendo esfuerzos por asimilar el desorden cósmico.

Antes, me veo obligado a decir algo acerca del “sistema educativo” imperante en aquel desierto:
Primero se pasaba por la casa de alguien a quien dios (¿) le había dado la vocación, pero el Estado se la había arrebatado de raíz; allí aprendíamos a estar sentados (en el suelo, alrededor del docente…como en las madrazas del siglo XV) y a temer a la vara de avellano.

Las vocales venían solas: ¡Ay!...¡Ui!..¡Oh!...¿eh?...Con las consonantes, nosotros, los murcianos, somos bastante dejados y las confundimos o, directamente, nos las comemos (¡de algo había que alimentarse!).

Después pasabas a la clase de los “cagones”. Hay que tener en cuenta (cosa importante para la historia que contaré) que no había “retretes”en las casas, ni agua corriente…y, a duras penas, la suficiente electricidad para encender una sencilla bombilla… ¡como no habían electrodomésticos!...Todos los solares estaban atestados de deposiciones de los esforzados alumnos de este nivel educativo.
Como consecuencia ocurría (¡lo aseguro!) que un olor conocido se extendía por el “aula”…Alguien había dejado la cartera (de cartón) encima de uno de nuestros restos y se lo había llevado enganchado a seguir la lección: “Afluentes, por la izquierda, del Tajo”.

El tal era expulsado, con gran regocijo de todos (y de él el primero).

El “tercer grado” era la escuela de los “meones”, que ya habían superado la “fase anal” y se entrenaban  en “¡A ver quien mea más lejos!”. Aquí ya se exigía el conocimiento de todos los afluentes…En Fortuna el agua era una idea. Tanto afluente nos enloquecía. Nos costaba esfuerzo imaginarnos un río…¡imagínense vds. un afluente!.
                            

Una vez llegó el Gobernador Provincial y, cosa normal, se dirigió a los fortuneros desde el balcón del ayuntamiento. Prometía el oro y el moro…pero se pedía “¡¡Aguaa!!”...Bocas desdentadas (por olvido de la función) abiertas como  Cosmos Hesiódico, clamaban por que se hiciese, de una vez por todas, realidad una idea.

Clamaban, sin saberlo, por un ejemplo concreto del sistema hegeliano.

La cosa tardó…pero una tarde, en presencia de todo el pueblo, surgió un chorro de agua, grueso y blanco, como muslo de actriz. Al poco tiempo se secó…Dio para una cosecha de habas.

De ahí pasábamos a la “unitaria”, en donde se imponía un repaso general, para establecer los niveles. Y en donde el desorden se concretaba y enraizaba.

En todos los niveles nos daban algo: queso, leche (llevabas el vaso de tu casa con un sobrecito con azúcar y canela) o alguna chuchería…dependía de la política internacional.

Pues, eso…que era finales de junio y como colofón de ese estresante curso escolar, el maestro (tenía contactos en la capital) nos prometió que vendrían los de la “Radio“ y tendríamos la oportunidad de hacernos oír.  El radio de acción se limitaba a lo que diera de sí el altavoz, colocado en la torre de la iglesia…En realidad no era “Radio” ni ná, era, simplemente un micrófono amplificado y conectado a un altavoz de aquellos que parecían conos huecos. Un megáfono, vamos.

No hacía muchos años que se había estrenado con notables éxito la película “Historias de la radio”…así que, para nosotros, aquello que estábamos a punto de vivir, representaba un verdadero acontecimiento (¿premonitorio?). Años más tarde y, gracias a que nuestra experiencia radiofónica dio por superada la etapa de la radiofonía (al menos en aquellas tierras), se rodaba en Fortuna (Balneario) la inolvidable (¡¡) película “Historias de la Televisión”, famosa en el mundo entero por el apabullante éxito: “Una chica yé-yé”…¿la recuerdan vds.?...

 
        

La siguiente etapa fue la llegada del hombre a la luna…¡Así de rápido iban las cosas!

Así que quien quisiera podría prepararse alguna cosilla y hacer las delicias de las familias que, embelesadas, oirían los “primeros pasos” de sus hijos en esto del espectáculo.

Llegó el día y la hora: respecto al día ya he dicho lo que tenía que decir…respecto a la hora: ¡las cuatro de la tarde!...plena siesta africana. El aire reverberaba. Los perros, lengua fuera, esperaban la caída del sol en la escasa sombra de los balcones…y como el sol va recorriendo su camino, los perros no paraban quietos. ¡Tanta era su ansia de sombra!

             

Los aparatos se situaron detrás del altar mayor de la iglesia parroquial…en lo que debiera ser el ábside. Allí en unos dos metros cuadrados y a 520º Fahrenheit, estábamos lo mejor y más granao de la “unitaria”…a más de los técnicos, el maestro y el sacristán (que se iba bebiendo, a escondidas, el contenido de las vinajeras).

Yo, demosténico tartamudo, preparé aquello de :”Polvo, sudor y hierro…¡El Cid cabalga! (…) y el conde de Benavente , si él es el duque de Borbón”. Mis esfuerzos por superar los obstáculos consonánticos…se vieron recompensados por la emoción que desprendía mi recitativo. Mi madre lloró y la tía Josefa la de los “pavicos”…me besó como si  hubiera salido ileso de un accidente mortal por definición.

El número estelar (¡quién lo iba a decir!) corrió a cargo del “Ratica”, pequeño, carbonizado, abisinio…incapaz de memorizar los (ninguno) afluentes, por la derecha, del Segura.

--Yo voy a cantar una canción de Antonio Molina (¡¡) que se llama: “Una paloma blanca”…¿Puedo dedicarla?

--Naturalmente…En Radio Juventud de Murcia…etc…etc…

--Bueno, pues se la dedico a Ortega que estará cagando en la puerta de su casa.

  
        

La dedicatoria salió del campanario de la iglesia, y “regalimando” (¿Chorreando?...¿dripeando…a lo Pollock?), entró, directamente, en el retorcido laberinto de la oreja izquierda del destinatario que, en efecto, en posición africana, hacía lo que el artista había previsto que estuviera haciendo. Cuando el mensaje alcanzó el tímpano y propagó sus ecos por el martillo y el yunque, el sedente se sintió conmocionado por una alegría interior y no pudo menos que exclamar:

--¡Olé tu maere!  . Y perdió el equilibrio.

Tras la dedicatoria, empezó: “Una paloma blanca...como la nieve….(…)”  y aquí sí que el abisinio dio todo lo que tenía dentro. Las frases melismáticas recorrían, a vista de pájaro, las calles, las plazas…volaba como un cometa de Pascua… ¡hasta los perros alzaron la vista!.

Aún hoy, después de tantos años, se las ve pasar, muy de vez en cuando, en las tórridas tardes de verano: “Una paloma blanca…como la nieve…”

Hay que decir que en Fortuna el deporte “nacional” es la colombicultura. Así que estamos acostumbrados a ver cuadrillas de desocupados palomeros siguiendo con pasión los giros  y los “saques  de sus palomas favoritas. Sin embargo, ante la “paloma blanca” se descubren y se embocan la bota…¡siempre dispuesta!

El chascarrillo ha pasado de generación en generación. Ortega, parado de larga duración, sufre en silencio cada vez que se brinda (porque así es la cosa):
 ¡ A la salud de Ortega que estará cagando en la puerta de su casa!

Dentro de generaciones, cuando se pierda la conexión física, el brindis seguirá su curso y fosilizará…De momento está en carne viva.

Otro recitó aquella, para nosotros incomprensible (¿lluvia tras los cristales?… ¿estudian Monotonía?) poesía:

“Una tarde parda y fría                               
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales. 

El pobre recitador se quedó parado en “lluvia tras los cristales” y no podía seguir. Repetía el verso como una jaculatoria…Tal fantasmal imagen había creado un nudo en su escasa imaginación que necesitó de un psicoanalista que lo desencallase. La frase volaba por el aire recalentado y crepitaba como el agua crepita sobre el aceite hirviendo. Los oyentes, desconocedores de lo hecho por Orson Welles, corrieron a las ventanas (sin cristales) y una luz atómica, los cegó hasta la hora de cenar.

   
                                         


La cosa acabó cuando debería haber empezado…¡con la fresca!

 

























domingo, 1 de septiembre de 2013

¡Va por vds.! 29-30-31 de agosto y 1 de septiembre: Tríkala (Korinthias)-Barcelona.

Orégano por sacos, té de monte, ropa sucia, aceite por arrobas, electrónica desordenada: cables…cargadores…ladrones…en el último momento desestimé el regalo de un cabritillo, de lo contrario…¡cabritillo!…

Y ¡hala…carretera y manta!
La radio salpica de corcheas disidentes todo el interior…no logro oír ni una frase entera…¡opa!...¡trago de tsípuro… y ¡opa!

A las 9 en punto de la mañana, abandonada con deshonor la inveterada costumbre de cruzar en los vetustos ferris, cruzo el puente de Patras y abandono el Peloponeso… para entrar en la nada desestructurada: Agrinio, Anfilochia, Arta…Joannina y Egnatia Odós. 

                                                                                            
Antes de Salónica giro a la izquierda y tomo la salida (¡autopista?) hacia Skopia (Macedonia). Ni se te ocurra decir que vas a Macedonia… ¡Todos te corregirán airados: ¡Skopia!...Macedonia es griega!
Comida en Evzoni (junto a la frontera): ensalada con feta y “jorta” (en su variedad “Vlita”) especie de espinacas (con mucha más gracia). Limón en abundancia. Vino, café y una (dos) copita de tsípuro (orujo): 10 euros.
Van acudiendo todos los perros de los alrededores, me rodean…al ver que la comida es vegetariana, me desprecian (con tristeza) y se dedican a triturar palos de sublaki.
En la mesa de al lado un nutrido grupo de “pollos” (ya saben vds., infelices que hacen la “mili”) picotean codillos y “mussakas”…para matar el tiempo y, de paso, acortar la suya propia. Los perros se trasladan en manada. Salen oficiales que saludan displicentes al grupo de reclutas y son correspondidos con saludos grasientos y agitación de huesos como de dinosaurio. Es tierra fronteriza…
Me perdonarán vds. la debilidad, pero voy a contarles algo de mi propia “mili”: No la hice.
Tras soportar durante meses, con la esperanza de ser excluido, cristales de cuatro dioptrías, fui descubierto a la primera de cambio y mi estrategia cambió. Conseguí informes de psiquiatras de categoría que ponían de manifiesto mi fondo depresivo y con ellos me presenté el día del llamamiento a filas. Fui enviado al psiquiátrico militar de Manises y allí pasé las de san quintín (natural, siendo aspirante a “quinto”)…

Los días, con sus entrevistas, se sucedían sin aportar novedades. Mis aullidos nocturnos se hacían cada vez más lastimeros… ¡ni por esas!...las entrevistas cada vez más rutinarias: Las respuestas al Rorschach eran de lo más académicas…pero mi situación no se movía ni un milímetro. El capitán me aseguraba que mi destino inmediato e inminente estaba en Melilla…Yo callaba pero levantaba las cejas y los hombros para dar a entender que la responsabilidad de la catástrofe sería toda suya.
Por entonces (1978) yo era un fumeta respetable y respetado. Melilla añadía, al aburrimiento propio del servicio a la patria, la amenaza de la drogadicción en toda regla. Así que DE NINGUNA MANERA debía ir a Melilla.

Simulaba insomnios y sonambulismos… ¡en vano!




 Así que opté por el tremendismo: pedí al infeliz de la cama de al lado su tubo de pastillas e hice como que me tragaba decenas… le dije que llamara al celador y que hiciera ver que me había envenenado definitivamente. El orate montó un pollo de consideración y, al poco tiempo, me vi rodeado de batas blancas y de caras divertidas. Fue ver el tubo (¿cánula?) y entre sollozos dije que sólo (¡por mi madre!) me había tomado una. El lavado continuó su curso.

                                  
Al día siguiente empezó el infierno, enmascarado de beatitud. El capitán ordenó (no era partidario de los electroshocks) que se me infligieran, por mi bien, cuatro puyazos diarios de Largactil (Clorpromacina) y se me redujera el paseo (por el jardín) a media hora diaria. La vestimenta, de paño gris como de Alcatraz, reveló, AHORA, toda su eficacia: Daba miedo, respeto de loco. Sin embargo la cerveza diaria, mi único vínculo con la realidad, seguía consiguiéndola. El efecto era como de cuatro gintonics sin respirar. Vagaba por entre los arbustos abrasados (era septiembre) cogido a mi tercio (de cerveza), como alma de la “santa compaña” a su cirio. A veces venían a visitarme los amigos. A sus risas y comentarios, correspondía con muecas y con ausencias. Cuando se marchaban movían las cabezas de forma fatalista y premonitoria… ¡Lástima!...


 
Les ahorraré el relato de la vida social de aquel centro de reclusión y no diré nada de los amiguetes que me eché…Aunque merecería la pena.

Así pasaban los días y las entrevistas correspondientes. Hasta que una mañana el capitán me dijo que, POR FIN, habían llegado mis papeles con la resolución. O sea que mi estancia se prolongó más de lo normal a causa, sólo, de un descuido burocrático. Mis psiquiatras avaladores tenían tanto peso que incluso la psiquiatría militar se sometió a su diagnóstico.
                                                  
Los puyazos de Clorpromacina no entraban en el programa…el lavado gástrico fue inútil…ni mi comportamiento nocturno influyó en la marcha de las cosas… ¡Un despiste burocrático!... Me concedieron la provisional, que se convirtió en definitiva al año siguiente (2 de mayo) en el hospital de Cartagena… Para conseguirla tuve que soportar “Botón de ancla” (1 de mayo) y “Recluta a la fuerza” (2 de mayo) y recomendaciones varias sobre la posible evolución de mi psicosis….¡esa es otra historia!...

Bueno, pues, conseguida la provisional, hice el petate y fui a Valencia, a donde mis amigos. En el bar de la plaza de los patos lo celebramos por todo lo alto, lo que en la jerga quiere decir que acabamos por los suelos. El alcohol se mezcló sin reservas con la Clorpromacina y mi sistema nervioso central estalló en pedacitos. Todo se aceleró y entré en otra dimensión. En la dimensión de los hurones que, dicen, lo ven todo más rápido. Eché a correr, era noche cerrada y no paré hasta seis meses después. Entonces sí que enloquecí. Gracias a todos los que me ayudaron a pasar el infierno.
Así me libré de la “mili”.

La frontera con Macedonia (¡¡Skopia!!) la paso sin problemas. El paisaje es el de siempre: perros flacos que van de coche en coche mendigando algo que llevarse a la boca y personas desorientadas que no saben si entran o salen de Europa. Algunas… inmóviles, mirando al suelo…dueños de repúblicas unipersonales, en las que legislan a su antojo.

 
                                               
De fondo Esma Radzepova.
 
Macedonia (¡¡Skopia!!) se cruza en un plis-plas. En la frontera con Serbia a los perros se unen bandadas de gitanos “trabajando”. Así que junto a cada coche ahora tenemos un perro y una gitana, bebé incluido.
Llego a NIs (Serbia) a las 9’30 de la noche. Habitación en “Goods Nights” (35 euros la doble).  Cena en la “Antigua Serbia”, sin privarme de nada (15 euros). Festival de cine serbio al aire libre. Ambiente estupendo. Me tomo un par (tres) de vasos de licor de ciruela (Sljivovica) y doy una vuelta por la fortaleza-jardín…¡para rebajar!...
Salgo a una avenida oscura y desierta…a lo lejos se ven las luces de una gasolinera. 

Pregunto por el boulevard 12 de Febrero…entienden “boulevard” y me indican que siga andando en la misma dirección que voy. Delante sólo oscuridad de boca de lobo… y todo el resto de Serbia. Desemboco en la autopista de Belgrado. Doy la vuelta y vuelvo a la gasolinera. Vuelvo a preguntar por el boulevard 12 de Febrero y cojo una botella de Sljivovica. Ahora me indican la dirección contraria. Ando y bebo. Bebo y ando. Ando bebiendo. Bebo andando. 

                                     

                                    

Pasa un taxi, me arrojo al centro de la calzada. Frenazo. ¿Insultos?...El taxista, entendido, me conduce al “Goods Nihgts” sin recibir instrucciones. Dice estar acostumbrado a estos-nosotros desorientados- zombis.
Pastilla para dormir y trago de aguardiente. ¡Mañana será otro día!

30 de agosto. Viernes.
Fin de semana y fin de mes: embudo gigantesco en Belgrado. Dentro del coche huele a orégano y a licor de ciruela. Pongo turbofolk y “balkansoulgipsyfunk” a 25 puntos de volumen.  El coche se estremece. Cruzo el Danubio por el puente Gazela…si hubiera decidido suicidarme hubiera elegido el del ferrocarril…pero se trata sólo de cruzar a la otra orilla del Danubio….no a la otra orilla de la vida.

Comer en Mitrovica (¡!). Inevitable pensar en los miles de refugiados serbios que expulsados de la Krajina y de Eslavonia fueron acumulándose aquí y en Sid…para ser desperdigados por toda la geografía serbia. No puedo evitarlo: los serbios me caen bien y los croatas (¡qué asco de generalizaciones!) me repatean (tengo algunas razones). Aquella operación mediática a la que se lanzó Occidente, impulsada por las prisas germanas y la pasividad yanqui, aquél cúmulo de mentiras y de tergiversaciones sobre la causa serbia y los propios serbios (de Croacia) me revuelve las tripas y amenaza con hacerme vomitar la pizza.
Y cruzando la autopista de la muerte (Croacia), tras tres horas de esperar en la frontera (que amenizo con Kusturica e Ivo Paposov (admirado hasta por Zappa)) resulta doloroso. Estas casas habitadas (ahora) por usurpadores croatas, por provocadores victimistas, esconden historias espeluznantes. ¿Quién niega los crímenes serbios?...NADIE. Pero ¿Quién afirma los crímenes croatas?... ¿Quién reconoce las provocaciones croatas?... ¿Quién reconoce el derecho de los serbios de Croacia a recibir el mismo trato que los albaneses en Kosovo…? ¿Quién abogó por el derecho de una minoría (que era mayoría en sus regiones) a disponer de su destino de manera semejante a como se defiende la causa de otros pueblos?... ¿Quién habla de los CIENTOS DE MILES de refugiados serbios de Croacia?...fueron los primeros perdedores de esa guerra que nunca debió de tener lugar. Pero que Alemania precipitó. 
Todos se han referido a los serbios de Croacia como invasores…¡¡llevaban cientos de años habitando esas tierras!!…defendiendo las fronteras (Krajina) del Imperio Austrohúngaro; “defendiendo”  a los croatas, eslovenos y demás, de las incursiones otomanas.
Y, además, me basta con ver el dibujo ajedrezado del escudo croata para recordar a los ustachas y me reconforta saber que los serbios de la Krajina llevaban (¿) la estrella roja en sus gorros de combate. Naturalmente todo se complicó. Y, parece, que hay voluntad de olvido. Aunque YO no olvido, tampoco, a los “tigres de Arkan” y grupos por el estilo…
Me liquido lo que queda de aguardiente de ciruela en honor de esos pobres desgraciados.
Cruzo Croacia a todo trapo.
                                              
 Para relajarme y esperar a que el sueño venga cuando quiera, doy una vuelta por los alrededores y encuentro un sarao en el patio asfaltado de una fábrica de algo. Cerveza y pizza… y 10grados centígrados. Me pelo de frío y de ridículo: pantalón corto, brasileñas (chancletas, vaya) auténticas y camiseta playera. Los mozalbetes, cocidos en su jugo, saltan y acompañan al solista Stavros, para que no se sienta tan solo. Abandono el recinto dando tumbos…¡haciendo ver que yo también estoy cocido y que mi vestimenta está acorde con mi ardor interno!...

31 de agosto
Hacia la frontera italiana: Nova Gorica.  Cuando se entra a Italia da la impresión de pasar de un país rico a uno pobre.  Paolo Conte y L. Dalla con Gianni Morandi: “Somos ángeles”.  Esta pareja no hubiera podido entrar en aquella taberna de Belgrado donde “Se prohíbe la entrada a los ángeles”. Tampoco mis  Ángeles Custodios hubieran podido tomarse una cervecita.
Comida en Padua: Spagettis a la putanesca. Cerveza, vino, café y una grappa (dos).
En tres horas estoy en Turin.  Tapón en la salida (o entrada) del estadio de la Juve…que le ha endosado un 4 a 1 al Lazio.

                                                                        

Son las 9´30 y estoy entrando en Oulx (Valle del Susa). Tomo una habitación donde solía pararme cuando me acompañaba el perro. Tengo la impresión de que “Gorrión” me mira y que en cualquier momento se acercará a morderme la mano para que lo saque a pasear. Me muerdo la mano, de pena. “Gorrión”, medio ángel (en razón del nombre), hubiera tenido que pelear su entrada en la mentada taberna.
Unas cervezas en la cervecería de enfrente y cerraré la ronda con grappas a discreción. Si no duermo hoy no dormiré nunca. El local parece una “parada de los monstruos”: gente extraña, aficionados a los deportes de montaña fuera de temporada, aprovechando los resquicios de tarifas baratas…¡Verdaderamente feos! Es intrigante… ¡cómo han podido reunirse en esta especie de caverna, perdida en los Alpes, tal cúmulo de desafortunadas fisiologías!
Cierran con precisión de rico comerciante y doy una vuelta por los bares de la carretera. Las doce de la noche: dos grappas (3) en el último bar que queda abierto.
En 1867, tal día como hoy, sábado también, moría en París, en la clínica del Dr. Duval (¡qué chistoso es el destino!...por lo de Duval), Baudelaire. En realidad ya había muerto en Bruselas…¡y yo aquí…tan pancho!

1 de septiembre.
A las 9 de la mañana me pongo en marcha. Jacques Brel (nacido en Bruselas) no me abandonará hasta la frontera con Catalunya.
Una cervecita y un trozo de pizza en el lago de La Roche… ¡por costumbre! Y un (2) calvados por devoción.
En Sisteron, pido unos pies de cordero y una botella de Borgoña. Café y calvá (2).
En las proximidades de Perpignan, el coche me lanza todos los reproches que ha ido acumulando a lo largo del viaje:

·        Revise el filtro de polución.
·        Revise sistema de presión de neumáticos.
·        Revise sistema de inyección.
·        Cambie el aceite.
·        Se acerca revisión general.
·        ¡me cago en tus muertos!

Le prometo un chequeo general y un tratamiento facial… ¡Mi cuñado de Mapfre!

                             

A las 8 de la tarde entro derrengado a mis lares. Ducha. Dos pastillas…¡y a dormir!...¡Mañana será otro día!